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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Entrevista a Carlos Belloso





Por Eduardo Ferreyra


E-: ¿Qué recordás de tus primeros años de actuación?

C-: En realidad me conecto con la actuación y el teatro en la escuela secundaria, en Munro. Los sábados había una materia artística y las pocas cosas que hice ahí, me alertaron. Al mismo tiempo la escuela tenía una fiesta que se llamaba “La fiesta de un día”, que era todo un día para recaudar fondos y cada división hacía algo. Y en los cinco años de secundaria yo hice, cada año, algo distinto. En un momento hacíamos una tanguería, en otro una disco, en otro un café concert, que fue un primer cimbronazo de actuación, la adrenalina de la actuación. Después vino el servicio militar, la guerra, después de la guerra yo estuve muy desorientado, muy deprimido. Me puse a estudiar en la Escuela de Teatro Integral, con Mónica Ramos y después de esa experiencia, decidí hacer el curso de ingreso al Conservatorio. Me fue mal, me dijeron que no servía para actor (ríe), al mismo tiempo, insistí y me  metí en la Escuela Municipal de Arte Dramático y ahí me conecté con el teatro, en todo sentido: el teatro pensado, actuado, me conecté con el Parakultural, que quedaba a la vuelta. Esas son mis primeras armas en la actuación…

E-: Un detalle, que suele ocurrir con muchos artistas, en cualquier disciplina, al principio prueban y  siempre algún comedido les dice que no sirven para eso…

C-: El Conservatorio necesitaba hacer un filtro, es necesario, pero ahora, que te digan que no servís… Igualmente, la gente con la que hice ese curso era despreciable, venía del Proceso, con la cabeza muy esquemática… Uno de los profesores, que ni siquiera me acuerdo el nombre, mejor que no aparezca el nombre, por las dudas… Después que nos dijo que no íbamos a entrar, nos invitó a su casa para decirnos que él daba clases particulares… A partir de ahí dije: “no fallé yo, fallaron éstos sátrapas”, que son realmente deplorables… Pero, justamente, a mí me parece que los comedidos que vos decís, son pruebas que te pone “El Señor” (Risas a partir del tono irónico; más adelante me aclarará que no es un tipo religioso) para saber que vos sos “eso” (que elegiste ser) ¿entendés? Esos sátrapas no te dicen lo que sos, cuentan lo que son ellos: unos sátrapas. A partir de ahí, uno tiene que ser fuerte y decir: “esto es lo mío, los equivocados son los otros, yo tengo la verdad y voy a seguir hasta que queme”, porque la vocación no se puede torcer fácilmente, es algo grabado a fuego…

E-: Después de eso, viene tu paso por el “under”, muy recordado, el dúo (con Damián Dreizik) y las “performances” en el Parakultural…

C-: En esa época, mediados y fines de los ’80’s, culturalmente se estaba originando una cosa muy interesante: por un lado había algo muy solemne que era salir del Proceso y hablar sobre ciertos temas que tienen que ver con los DDHH, los derechos civiles que uno defendía, el teatro abierto… Y por otro lado un circuito “under” que necesitaba decir cualquier cosa, meterse una zanahoria en el culo y decir lo que se le cante…

E-: La expresión, en sí misma…

C-: (asiente) Yo siempre lo digo, pero me parece que es lo que decía Luca en la canción: “no sé lo que quiero, pero lo quiero ya”, unas ganas de decir algo, no importa qué, el tema es decirlo. El Parakultural, en mi opinión, sirvió para eso, para romper esquemas y no tener esa solemnidad. El miedo que había era de hablar, estábamos encorsetados, porque había palabras que no se podían decir.
Nosotros con Damián (Dreizik) armamos “Los Melli” y, si bien decíamos cualquier cosa, también parodiábamos ese “corset” de solemnidad, porque era un dúo que hablaba cada uno al mismo tiempo, pero en una imagen siniestra, y eso causaba cierta intranquilidad, cierto nerviosismo.
Yo siempre digo: ese circuito Under fue un foco infeccioso muy importante que contaminó, gracias a Dios (“no soy nada creyente-aclara- pero se cruzó Dios, dos veces”) fue importante.

E:- Necesario, quizás…

C:- Necesario, necesario porque era una voz más que se escuchaba…

E:- Saliendo un poco del teatro, apareció la televisión, la tira “Campeones” y un personaje que marca una diferencia en cuanto a la masividad… ¿Cómo fue ese proceso…?

C:- La televisión de ese momento era muy estructurada y habían ciertos directores estrella que te marcaban todo el tiempo lo que tenías que hacer y para los actores que surgían en ese momento, no había mucha compatibilidad con esa televisión. Cuando aparecen las productoras independientes, empiezan a hacer ficciones, nutriéndose de gente que recién aparecía.
Lo primero que hice en Pol-Ka fue “RR DT”, donde hice de un barrabrava y como venía del teatro, quería agregarle cierta composición, entonces lo hice bizco, ronco y ahí vieron la posibilidad que tenía para caracterizarme o de hacer personajes no convencionales, por eso me llaman para hacer “Campeones”.
Este personaje "Vasquito" que no era muy lúcido, es decir, no le llegaba mucha agua al tanque; eufemismo para decir que era una persona con capacidades diferentes ¿no? También otro eufemismo ¿no? (risas)
Pero acercarme a ese mundo del boxeo con este personaje muy característico de los gimnasios de boxeo, y con dos o tres rasgos: era el vasquito porque usaba boina, y como yo uso lentes con aumento desde muy joven, este personaje va a usar anteojos, pero como es un personaje de un gimnasio entonces sus anteojos van a estar rotos. Y era así, una imagen: boina con anteojos rotos: Vasquito. Sumándole la mandíbula para adelante y que hablaba con un problema en la boca (imita al “Vasquito”) entonces era un personaje medio “clownesco” pero necesario para la trama porque el Vasquito se metía como una laucha en cualquier lugar, escuchaba desde cualquier rincón...

E:- Siempre estaba ahí...

C:-  Si. Había un dialogo acá, bajaba la cámara y debajo de un sillón podía aparecer el Vasquito. El se metía en lugares inhóspitos, donde solamente él podía entrar. Era un personaje que le ayudaba mucho narrativamente a los autores, porque era un personaje casi de dibujito animado. Y al mismo tiempo reconocible en estos lugares (gimnasios): que pueden dormir en el piso sin problema. Yo usaba de almohada un jamón; hambriento todo el tiempo. Una especie de Arlequino, servidor de dos patrones. El Vasquito tiene mucho de eso en un contexto de boxeo.

E:- Volviendo un poco al teatro, tuviste la responsabilidad de llevar adelante algunos unipersonales, tarea que... -yo no entiendo mucho de teatro- ... pero resulta bastante complicado, complejo. ¿En qué crees que debe hacer hincapié un actor para sostener un unipersonal?

C:-Mira... yo siempre recomiendo que los actores... porque hay distintos actores: hay actores que solamente esperan el llamado de los productores teatrales o televisivos para hacer su trabajo, que no lo veo mal, pero me parece que el actor en si puede ampliar sus fronteras y sus horizontes y el actor mismo puede escribir. Y al mismo tiempo, puede buscar sus propias obras o armar su mundo expresivo. Mas allá de los productores que vengan y te ofrezcan determinado papel o determinados puntos en una obra de teatro o en la televisión. Siempre mi interés fue, desde el under: confeccionar personajes y obras de teatro. Al principio fue muy gradual, y era armar tres o cuatro textos para un personaje. Igual me hacía acordar mucho a la construcción de cosas que hacía en las fiestas de secundaria, donde en la tanguería yo construía un conventillo y hacía mis personajes. Ahí esbocé mis primeras obritas chiquitas. Poco a poco me fue interesando mucho más el tema de escribir porque también tenía mucho para expresar. Uno, a veces,  necesita escribir porque necesita expresarse.
(…) En mí, empieza a tallar el tema del investigador teatral, que suena rimbombante, pero es solamente investigar las posibilidades que tenés, las cosas que no se hicieron, para hacerlas y en ese sentido, con mi amor a la profesión, aportar humildemente desde mi expresión, esas cosas que no se hicieron. Con los “Melli” hicimos varias obras, y si bien llegaba a expresarme y a experimentar, es cuando yo me quedo solo cuando empiezo a investigar estos unipersonales y a hacer un trabajo sobre mí mismo (como diría Stanislavski: el actor y el trabajo sobre sí mismo) ver las posibilidades que yo tengo para expresarme solo y al mismo tiempo abrirme, para lograr un lugar que sea mío dentro del teatro, que me empiecen a reconocer solo. Porque venía de un dúo, que, lo que tiene es que te reconocen siempre como tal, y te preguntan, aunque estés solo, “qué tal, ¿cómo andan?”. Para romper eso, tuve que armar cosas sólidas, solo. Al mismo tiempo, me entusiasmó el trabajo y terminé haciendo cuatro unipersonales: “Pará fanático”, “Dr. Peuser”, “Ojo” y “Escaparate”. Los dos primeros consistieron en explorar el género concienzudamente y los otros dos fueron trabajos que se desdoblaron, en realidad eran investigaciones sobre la visión y la mirada. (…)

E:- ¿Cómo es la tarea de director? ¿Se fue dando naturalmente?

C:- Sentía que al decir determinadas cosas, cuando veía espectáculos de amigos, cuando me pedían mi opinión, no erraba y al mismo tiempo, originaba un mundo particular mío, muy propio. Entonces, en un momento me pongo a investigar en esa línea, de construir un hecho artístico. Yo me expreso de varias formas: hago música, escribo, pinto, hago teatro, soy activo en cuanto a la expresión artística. A veces, como director, siento que estoy pintando un cuadro, que me parece, es lo que menos hago, pero más me gustaría hacer en determinados momentos. Si bien no tengo un taller para exponer cuadros, hice una producción, limitada; de hecho, gané un tercer premio nacional de pintura y sentí que estaba expresándome fuerte en eso. A veces dirigir lo veo como pintar, no solamente desde la puesta en escena, sino también cómo elaboro la materia de cada actor, porque sé de qué se trata y quiero lograr de cada uno, poder moldear la materia justa para componer algo en una puesta y eso es muy parecido a la pintura. También lo comparo con la escultura.
Al mismo tiempo, como director, me gusta armar una obra desde la nada. Lo hice con “Clases de olvido”, con cuatro actrices, que realmente eran muy buenas y eso posibilitó hacer una obra muy compleja, pero atractiva. Y después en unipersonales o en cosas de humor, más populares, también me gusta porque es ver qué cantidad de humor se puede sacar de un trabajo. Y en ese sentido estoy con un pie puesto en lo humorístico, lo popular, lo divertido y otro en la investigación, sin descartar lo cómico, pero metiéndome en cierta profundidad…

E:- Fue una experimentación constante…

C:- Si, si, porque me atrae mucho la originalidad de una pieza, que no sea parecida a otra y dentro de esa originalidad ver qué tradición hay en eso. Si bien no pienso que todo está hecho, o escrito, creo también que hay una tradición que hay que respetar, incluso en la investigación: se lograron muchas cosas, pero cuando creés que estás investigando una expresión artística, en realidad seguís en otro lugar, lo hicieron los dadaístas, los surrealistas o el arte conceptual. Entonces, ver la posibilidad de hacer algo, al mismo tiempo sabiendo que viene de una tradición. Y en lo popular, sucede lo mismo.  En mis obras trato de rendir homenaje a la tradición y a gente que hizo posible ciertas cosas, por ejemplo en “Mundo Mudo”, a Lon Chaney, que para mí es el mejor actor del mundo, hasta ahora. Me di el gusto de encarnarlo. Y ahora estoy trabajando para hacer la vida de JoséMarrone, que forma parte de la tradición argentina, popular y quiero también, homenajearlo desde ese punto: armar un espectáculo que puede llegar a ser original, pero respetando la tradición. 

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