Infolinks

viernes, 27 de septiembre de 2013

El fantasma de las privatizaciones




Las privatizaciones siempre fueron una gran idea. Al menos en la década del noventa, en Argentina y para los grandes monopolios mediáticos, que en esa época acompañaban de muy buena gana las políticas del régimen oficial.
En ese momento, yo era un adolescente imberbe, inexperiente, y la realidad es que no tenía un interés muy marcado por la política. Aún así no podría jactarme hoy de haber vivido encerrado en una burbuja ilusoria. Las noticias me llegaban desde todos los flancos. Los grandes medios anunciaban las medidas oficiales con gran entusiasmo: nuestro país crecía exponencialmente.
En ese momento no entendía la mecánica que hacía funcionar esta política. Años después, un profesor del secundario me ayudó a dilucidar este entuerto, "es muy sencillo" -decía él- nuestras empresas estatales son deficitarias; pero para venderlas (siempre dentro de la lógica que dice que desprendiéndonos de éstas, el aparato estatal será más eficiente) necesitamos que un privado -que siempre busca el lucro- las encuentre atractivas. Para esto debemos volverlas superavitarias. Una vez que las empresas estatales den ganancias, ¿para qué venderlas?
Esta modesta cadena de razonamientos me abrió los ojos: entendí con apenas un párrafo lo que había considerado durante mucho tiempo un arcano indescifrable.
El gobierno actual comenzó con un proceso de estatización que va a contramano de todas estas políticas - ahora nefastas- que en su momento, para los "entendidos", eran la panacea.
Algunos opositores a este gobierno, plantean la idea de volver atrás con todo este proceso, reivindicando implícitamente las medidas neoliberales, que ya fracasaron estruendosamente.
Me pregunto, y este acto extiendo el interrogante al lector: habiendo pasado por toda esta debacle institucional, generada por un Estado ausente y despreocupado, ¿es conveniente volver a arriesgarse a tropezar con la misma piedra?, ¿qué expectativas tenemos, a futuro? Concluyó para mí, que nada bueno puede suceder si se implementan placebos para la consabida enfermedad. El engaño no puede formar parte de ningún plan de progreso real. La solución se consigue, no delegando responsabilidades, sino tomando las riendas.




No hay comentarios.: